KANT

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Humor

viernes, 22 de agosto de 2008

Augurium Post Mortem

“…no me siento sujeto a los tiempos pasados, no los conozco, no me interesan.”
T. Kantor

Las consideraciones acerca del tiempo y el espacio que manifiesta Tadeusz Kantor están relacionadas directamente con la sinestesia que emana el teatro. Los antagonismos presentes en su manera de irrumpir en la escena son motivos suficientes para comprender que el drama y la comedia tradicionales se agotaron desde épocas anteriores.

El trabajo de creación de este tipo de teatro se remite a contener contrastes concretos y vivos a partir de la materia inerte. La finalidad de la explotación del objeto radica en que no se embote la sensibilidad, sino que la constante modificación de la forma refresque el trabajo del actor y la puesta en escena, que se conciben desde la misma naturaleza.

El actor no se compromete emocionalmente, pues su tarea fundamental es justificar cada línea y cada forma de la estructura del espectáculo, el cuerpo de este actor es un elemento visual que se debe comportar como tal, solo así logra adquirir la independencia y autonomía necesarias para crear cierto grado de ilusión. El actor monótono y autómata debe ser grandilocuente, esto en la misma proporción en que debe lograr la espontaneidad, sin embargo, su extremo interés no debe desviarse hacía la ilusión naturalista, trivial.

El movimiento y el dinamismo se pueden adquirir mediante la hipertrofia y la deformación plástica, la deformación de la acción (que sería equivalente a la variabilidad del ritmo sobre una misma acción, que le dispare a lograr múltiples objetivos) y mediante el juego entre la psicología y la escena, donde se pueden lograr estiramientos de acontecimientos, repeticiones, reiteraciones de movimientos, pensamientos o reflexiones, degradación estética del personaje y su entorno inmediato, y la creación de estadios de cansancio y aburrimiento en el actor, más no en el personaje.

El objeto o la máquina del objeto es uno de esos entes deformadores que introduce Kantor para alterar el espacio, el movimiento y el campo de intercambio energético de los actores. Aunque parece ser solo un obstáculo, su función en las diferentes etapas del teatro de Kantor ha creado un fuerte posicionamiento al respecto.

El espectador crea una relación con el escenario y el actor es el escenario de los acontecimientos, por lo que genera una posición dialéctica y de intercambio muy interesante pues elabora una tesis que se expone ante una antítesis, lo que da como resultado una síntesis. Según el modelo triádico hegeliano esto intercepta al ser y la naturaleza para unificarlos en un concepto abstracto, lo que vincula directamente a la puesta en escena con una existencia concreta.
La imagen abstracta en el escenario no es un significante por si mismo, por el contrario, está plagada de contenido sobre sí misma, encierra energías, estados físicos y mentales, las relaciones, la dinámica y al fin al cabo los patetiza según se exprese el tema.

La creación patética es solamente un resultado utilitario, pues en todo proceso de arte y creación debe existir violencia sobre si mismo, inversiones, repulsiones, choques, rupturas y trasgresión a la vida cotidiana, pues de otra manera solo se reproduciría la realidad y esto debe ser destinado a otras áreas de estudio y pensamiento humano, no al arte.
Para Kantor, “…el grado de integración de los componentes del teatro determina la cohesión de un conjunto cerrado”. Esa unificación de la que él habla responde a la necesidad de despertar en la sociedad actual capacidades humanas que han sido desterradas de la cotidianeidad del pensamiento por el pragmatismo generalizado, la comodidad y la tranquilidad en general.

Los recursos que se convierten mágicamente en componentes analizan y modifican a su servicio las técnicas teatrales que la mayoría de directores experimentales ha utilizado a lo largo de la historia del teatro occidental. El circo y La comedia dell`arte, fomentan personajes en situaciones que provocan risas a partir del miedo, la violencia y la frustración y exponen al actor a ridiculizarse y desenmascararse, lo que equivale a una acto de purificación a criterio de muchos estudioso del actor y su labor en el arte escénico.

Dentro de este planteamiento, el actor dispuesto a tomar decisiones espontáneas, a entregar su dignidad, entregarse a la rebelión, la negación, la inversión, la resistencia y la insatisfacción es equivalente a concienciar el desprendimiento de las prácticas cotidianas. Kantor exige que el actor intente morir, no el sentido del naturalismo, más bien, encontrando una relación puramente formal con la muerte.

La muerte representa un desafío común a lo inconcebible a o lo no experimentado por los seres vivos, coloca al cuerpo y su integralidad en un estado de recepción de estímulos que van hacía la creación y la definición. Cuando un ser humano se enfrenta a la muerte entra en una conciencia repentina. El aspecto nocturnal y tedioso del ser humano hace fluir experiencias firmes que desemboquen la carencia, la falta de mensaje y el excedente de estimulo, el vacío.


Paola González Vargas
10 de Marzo de 2008

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